jueves, 23 de febrero de 2012

No han sido días fáciles...

Desde que decidiste quedarte con lo que ya tenías. Han pasado varios meses y siento que el vacío es cada vez mayor. He pasado por todas las etapas y emociones: rabia, depresión, sosiego, resignación, aceptación, reincidencia. A veces te vas, días completos incluso, y estoy tranquilo. Dos o tres veces me he quebrado por completo, mientras me pregunto nuevamente si esto por lo que estoy pasando es resultado de quererte de verdad o sólo es una herida en el ego. A veces lloro, es mi válvula de escape dado que no tengo con quien hablar de esto. 
Sé que esto se debe terminar, concluir de una vez por todas con el circuito de victimez. No lo soy. Ya no sé qué pensar ni qué hacer =(

miércoles, 15 de febrero de 2012

De por vida.

-Escucha...¿puedes oirlas? ¡Están volando cerca de aquí!
-Yo no oigo nada, güey-dijo Gerardo, gruñendo bajo las cobijas-Ven acá, que te quiero tener otra vez.
Pero Antonio ya se había puesto de pie, de prisa, y había corrido hacia la ventana de la cabaña de madera. El aire frío de la mañana se coló al interior cuando la abrió de par en par. Gerardo sólo se apretujó aun más contra los cobertores.
La vista desde la cabaña era inmejorable. Detrás y a los flancos de la misma se levantaban enormes cerros de piedra caliza, cubiertos de viejos pinos y encinos cargados de musgo y orquídeas. Al frente de la misma, una saliente rocosa terminaba abruptamente para dar paso a un profundo cañón en cuyo fondo corría turbulentamente un arroyo. Por aquí y por allá podían verse los manchones de niebla que frecuentemente cubrían el bosque y le daban ese toque de misticismo que tanto le gustaba disfrutar a ambos. Sendas gotas del rocío se acumulaban en las hojas de los arbustos y, al caer, formaban un pequeño coro de percusiones que venía a mezclarse con el sonido de las aves que a esa hora de la mañana ya estaban en actividad. Cenzontles, trogones, pavos de monte...todos formaban una rara cacofonía sinfónica que resultaba agradable de oir. Pero por sobre todos los sonidos que había esa mañana, el ronco graznido de las guacamayas fue lo que captó la atención de Antonio. Y ahí estaba él, de pie frente al ventanal, desnudo, observando una enorme parvada de 40 guacamayas que a esa hora iban de sus sitios de anidación hacia las paredes de un cerro aledaño donde se alimentaban. Volaban en parejas,sin separarse,  puesto que es bien sabido que las guacamayas forman parejas de por vida y que cuando uno de los dos muere, el que queda no busca un sustituto. 
En esto pensaba Antonio mientras veía a la parvada revolotear en círculos por los cerros alrededor de la cabaña. Veía cómo ésta se disgregaba en pequeñas bandadas y cada una se dirigía a los pinos para alimentarse de los piñones. Alcanzaba a distinguir los pequeños pleitos que surgían entre las parejas, así como el comportamiento de acicalarse recíprocamente. Se le ocurrió encontrar similitudes entre ellas y las relaciones humanas. Y sin embargo, sentía que no había puntos de comparación.
-¿En qué tanto piensas?- la voz ronca de Gerardo en su oído lo hizo salir de su ensimismamiento, a la par que le provocaba sensaciones a lo largo de la espina dorsal, mientras sus brazos lo rodeaban por detrás....
-Nada en específico...sólo si sería posible que haya también parejas de por vida en este ambiente en el que vivimos...¿tú pensabas en algo?
-Sólo en el cuadro de tu cuerpo desnudo a contraluz. Y en lo hermoso que se veía desde la cama. Y en lo mucho que te deseo....
Antonio sólo cerró los ojos y suspiró hondo, mientras los labios y las manos de Gerardo iban haciendo poco a poco y de manera convincente su labor de disuasión. Y así, frente a la ventana abierta de par en par, fueron el uno del otro, mientras los gemidos de ambos también se unían a los sonidos de esa mañana.


martes, 14 de febrero de 2012

Ego

Un ligero cambio de diseño en el blog, y decimos adiós a las imágenes de encabezado. Espero que hayan disfrutado viéndolas tanto como yo disfruté haciéndolas =P