martes, 25 de enero de 2011

Talking about...

Lo admito, me encanta el sexo. Me encantan los hombres. Me encanta el sexo con hombres. Los hombres con sexo...y todas las posibles combinaciones de estos dos términos. Si mi madre leyese esto, seguro se infarta. No creo que sea una idea fácilmente asimilable para ella. A mí tampoco me resultaba digerible en un principio. Sin embargo, llámese instinto, curiosidad o simple calentura, una vez que empecé no fue posible dar marcha atrás.
El inicio, soy franco, fue algo de muy poca clase. Los baños públicos de la biblioteca de rectoría., a donde llegaba a clases de idiomas ya que en mi facultad no había. Recados garabateados en la pared. Nombres, números telefónicos, algunas señas particulares, direcciones de correo electrónico (que por aquel entonces apenas estaba tomando auge). Citas concertadas. Ciertas miradas de complicidad. Alguien que velada o descaradamente se sobaba el paquete mientras fingía lavarse las manos. Y esa curiosidad cada vez más acuciante. "Prueba" es lo que me decía a mí mismo. "Ni lo sueñes" era mi respuesta. Estaba por cumplir 18 años y las facultades ubicadas en rectoría eran bien conocidas por ser las sucursales de Sodoma y Gomorra.
Primer encuentro. Sexo oral de lo más precipitado. Pedir discreción en un ambiente tal era como esperar que las promesas de campaña de Roberto Madrazo se cumplieran. Nervios aflorando. Y las manos del tipo tomándome del cabello mientras empujaba aquella maravilla suya por mi garganta, y yo tratando de contener las arcadas. Terminó pronto, menos mal.
Segundo encuentro, otro perfecto desconocido. Apenas me llegaba como al hombro. Simpático, conservaba un bigotillo que, junto con su poca estatura, le daba un aspecto algo cómico. Y si recuerdo ese encuentro es porque en lugar de dolor, sentí cosquillas durante la penetración. ¿La causa? El chico no vivía demasiado lejos...if you know what I mean...
Del tipo del primer encuentro, resultó que estaba en la misma facultad que yo, en un semestre anterior al mío. Sobra decir que, en la facultad, el tipo fingió demencia en un principio y aseguraba no conocerme....tiempo después me buscaría para que le hiciera más favores...en cuanto al segundo, nunca lo volví a ver.
Y respecto a los recados en las paredes...no fue difícil entrar en el juego. Y trajo consigo muchas cosas que, hasta entonces, desconocía o solo me imaginaba. Por ejemplo, M. De quien hablaremos después....

2 comentarios:

AlexCerati dijo...

Uy! Te fue mejor que a mí. Mis primeras experiencias fueron de pésimas a completamente malas.

Noé dijo...

Jaja, algún día le estaremos contando a un terapeuta todo esto!!! Saludos!!!