sábado, 12 de marzo de 2011

Las Malqueridas, Capítulo I

"NO DES POR HECHO NADA" o "PROHIBIDO LLORAR EN PÚBLICO"
N está enamorado. Pendejamente. O al menos, cree estarlo. Doc, el motivo de sus ojos de borrego a medio morir, tuvo un par de encuentros con él hacía un par de semanas. La atracción física era mutua. Pero N decidió dar cabida a otra clase de sentimientos. Motivado en parte por el mal consejo de una existencia vacía y mayormente solitaria. Por lo que la irrupción de Doc y la atracción que éste sentía por él se constituyeron en una especie de tabla salva-náufragos a la que N se quiso aferrar. Doc ocupaba la mayor parte de sus pensamientos. Planeaba los encuentros futuros. Qué le diría, cómo iría vestido, la forma en que lo trataría. Ya en los encuentros previos Doc le había mostrado ciertas actitudes que N tomó como muestras de un interés más allá del simple acostón: tomarse de la mano sin motivo aparente, prolongadas sesiones de abrazos y besos pre y post coito, mensajes de buenos días/noches/inicio de semana/finde, salidas a comer....Pero había un pequeño detalle: Doc no era libre. Cuando N lo conoció, Doc había terminado recientemente con su pareja de atrás tiempo, una de esas relaciones de estira y encoge en la que ambas partes no se atreven a decirse del todo adiós por vaya usted a saber qué enfermizos motivos, o por el miedo a no volver a encontrar a alguien que les diga "sí, quiero ser tu novio/amante/arrimo". Y justo en el inter de una de esas pausas "refrescantes" en su relación, es que llegó N. Sabiendo él la situación amorosa de Doc, se propuso determinantemente ser el motivo por el cual aquel zopenco decidiera olvidar de una vez por todas a su novio de atrás tiempo. Pero cometió el error de pensar que el sexo era un arma infalible para lograr ese cometido. Y si bien la química sexual entre ambos sería suficiente para producir ene cantidad de bombas de nitroglicerina, faltaba el factor crucial: conocer a fondo a la persona, no conocer "su fondo".
En esos menesteres andaba N. Sin embargo, estimado lector, resulta que no se atrevía a dar el paso definitivo. El decirle a Doc que...pues....bueno....este....pues que se estaba enamorando y que quería tener una relación más estable y siginificativa con él. Pero algo se lo impedía. Demasiada timidez, probablemente. Además, Doc parecía no dar muestras de que estuviese entusiasmado con la idea de una nueva relación, siendo que estaba saliendo de una bastante conflictiva. Lo que N quería era, además de huevos, tiempo y mucha, pero mucha paciencia.
Y pasó que los mensajes cesaron, pasaron varios días, un par de semanas y Doc no daba señales de vida. N estaba perplejo, preocupado, ansioso. No sabía qué hacer. Si le llamaba, quedaría en calidad de rogón. Si no lo hacía, se lo reprocharía constantemente. Un dilema tonto que no lo dejaba en paz. Y con ese dilema en mente se dirigía un domingo a hacer compras. Grande fue su sorpresa al encontrar a Doc en una de las bancas del súper. N sintió que los vellos de la nuca se le erizaban, que el corazón le latía más fuerte, que la respiración se le entrecortaba y que el estómago quería jugarle una mala pasada. Sin embargo, se alegró de verlo. Sonrió. Un momento...¿quién era el tipo que estaba a su lado?...
N se acercó a saludar. Doc traía el semblante serio. Los saludos fueron demasiado formales. En un momento dado, se dirigió a su acompañante y dijo:
"Novio, te presento a N"....
Más saludos forzados. Algo sintió N en su interior. Y no, estimado lector, no fue una mala pasada estomacal. Era algo más serio. A juzgar por el bajón que resintió su estado de ánimo. Un par de comentarios más y N se despedía, mientras se decía a sí mismo: "¡Maldita sea, volvieron!". Siguió caminando, trató de no mirar hacia atrás. Empezó a reirse, como menso. Y no paraba de reir. Sin embargo, a la vez sentía un enorme nudo en la garganta. Apresuró el paso, entró a la plaza de los cines. Traía la mirada acuosa. Sintió vergüenza que la gente lo viera así. Como quien busca el sanitario cuando tiene prisas fisiológicas, él buscaba un lugar apartado. Desesperadamente. El vivero de Home Depot sería ideal. Casi corriendo, se introdujo en el recinto. Y allí, entre los helechos y las macetas de violetas africanas, N se desbordó. Lloraba y no sabía siquiera el motivo principal. Su ingenuidad (o estupidez), la oportunidad perdida, el sentimiento que aun tenía y que ahora no sabía qué hacer con todo eso. Lloró largo y tendido. Regresó a casa cabizbajo. Y aunque afuera apenas se estaba encendiendo el alumbrado público porque empezaba a oscurecer, N apagó las luces de su casa y se tendió a dormir....

3 comentarios:

EsInefable dijo...

Quedé muy conmovido por el relato, adivino que tristemente no es ficción.
Lloré porque me sentí identificado.
No se qué mas decirte...
Un abrazo Noé.

AlexCerati dijo...

Fuck!
Algo así me pasó una vez. La neta se siente horrible...
Hay ocasiones que tú me recuerdas mucho a mi hace algunos años..

Noé dijo...

Hiper: No, no es ficción. Creo que logré un cometido: hacer que alguien tomara como propia esta historia. Gracias por leer. Y sin llorar, que todo pasa =)

Alex: Sí, es muy feo. Y si no se tiene la capacidad de superar eso, queda marcado por mucho tiempo en la memoria. Ah jijo...¿te recuerdo a ti? Explícame =P