jueves, 3 de mayo de 2012

Llamadas del más allá.

Anoche estaba en casa, bien apurado escribiendo el resumen para el seminario de tesis (que, por cierto, ya está a la vuelta de la esquina), cuando de repente sonó el teléfono. Por la clave lada supe que era de Reynosa, mas no era un número que tuviese registrado. Contesté. Al principio no reconocí la voz. Era ÉL. Breves saludos, una que otra broma y el acostumbrado "¿Cómo te va?" Me dio gusto recibir esa llamada. Sólo que ya no sentí la emoción que me daba antes cuando hablaba con él por teléfono. Me sentí tranquilo durante la llamada. Cuatro minutos al teléfono y había que colgar, primero porque se me acababa el saldo y después porque él estaba hablando desde el teléfono de su trabajo. Hace un par de semanas le había enviado un correo, diciéndole cosas que antes no le había dicho (no cosas malas, como han de pensar algunos). Se lo comenté en la llamada. A los pocos minutos, su respuesta. Poco después, otra respuesta mía. Cosas que se quedaron sin decir entre nosotros desde la última vez que nos vimos. En conclusión: no nos debemos ya nada y le deseé que fuera muy feliz. Sentí como si me despojara de un enorme peso. Sentí también un poco de nostalgia, no lo he de negar. Nunca resulta fácil dejar ir totalmente a quien amaste en algún momento. Y aunque aun lo amo, no voy a hacer de eso un drama. Con el tiempo, irá pasando. Sin embargo, ayer me sentí orgulloso de mí. Uno de esos pequeños triunfos. Ya saben ;-)

1 comentario:

AlexCerati dijo...

Uuuuy, pues felicidades, hay que ir acumulando esas pequeñas victorias!